lunes, 13 de febrero de 2017

Cuentos tradicionales de Japón - Issunboshi (El Samurai Pulgada)

Issunboshi (El Samurai Pulgada)

Erase una vez un abuelo y una abuela que vivían en un lejano lugar. Como no tenían hijos, le rogaban a Dios todos los días diciendo: “Señor, por favor concédanos a un niño, no importa lo pequeño que sea, como el pequeño dedo pulgar”. Entonces realmente un pequeño niño nació. Sólo del tamaño del dedo pulgar del abuelo.
Los dos le pusieron el nombre de Issunboshi (El Samurai Pulgada).
Un día, Issunboshi dijo a los abuelitos: “Yo también quiero ir a la capital para trabajar. Por favor, preparen mis cosas para el viaje”.
Así, el abuelo hizo una espada de la talla para Issunboshi, con una aguja. La abuela hizo un barco con una bola de madera, para que Issunboshi pudiese navegar por el río:
_ “Remarás el barco con los palillos” dijo la abuela.
_“Me voy entonces, ¡adiós!” se despidió Issunboshi.
Issunboshi comenzó a remar el barco y se fue a la capital.

Cuando llegó a la capital, Issunboshi fue a preguntar por trabajo al palacio:
_ ”¡Hola, hola!”
La sirvienta salió y dijo:
_ “Pero si no hay nadie, ¿quién habrá sido?”
_“Estoy aquí ¡aquí!” - dijo Issunboshi.
Por fin la sirvienta encontró a Issunboshi bajo la entrada.
_“¡Qué pequeño que es usted!”
En el palacio, Issuboshi comenzó a trabajar como protector de la princesa.

Un día, Issunboshi acompañó a la princesa al templo para el rezo.
En el camino a casa, dos ogros salieron de repente y cuando el ogro miró a la princesa intentó secuestrarla
_“¡Espera!” gritó Issunboshi. Y se lanzó hacia el ogro con la espada de aguja que le dio el abuelo.
Sin embargo, el ogro dijo:
_ “¿Quién es este tipo que se parece a un insecto?”- y recogiendo a Issunboshiy, se lo comió de un sólo trago.
Dentro del estómago del ogro era muy oscuro.
Issunboshi comenzó a pinchar con la espada de aguja alrededor del estómago.
_“¡Duele, Dueleeeeeeeeeee!” El ogro espetó deprisa a Issunboshi.
El otro ogro dijo:
_“Ahora yo te aplastaré”. Pero este ogro se sorprendió cuando Issunboshi con la espada de aguja brincó en sus ojos.
_“¡Ayúdenmeeeeeee !”Y los dos ogros huyeron.
_"¡Han aprendido la lección, nunca más vuelvan!”
Así que huyeron los ogros, Issunboshi encontró un martillo.
_“Princesa, ¿qué será esto?” preguntó.
La princesa respondió:
_ “Es el martillo de los deseos. Todo lo que quieras lograrás cuando martilles”.
Issunboshi pidió a la princesa que martillase diciendo: “Más alto, más alto”.
Entonces, extrañamente, Issunboshi comenzó a crecer de tamaño muy rápidamente y se tornó un hombre muy apuesto y fuerte.
Entonces se casó con la princesa, trabajó mucho y tuvo mucho éxito en la vida, muchísimo.

(Traducido por Diana Arie de Osaka, Japón, en Salamanca, 2015)

jueves, 2 de febrero de 2017

La amistad es como el sol...

¡Un sol en nuestra vida!
Así es como nos sentimos cuando alguien nos brinda su cariño, su ayuda y su amistad. Todo se vuelve más alegre y resulta más fácil afrontar las dificultades de la vida diaria. Si podemos contar con los y las amigas de verdad, nos sentimos bien y los demás también. Para ello es importante saber escuchar lo que nos dicen los demás y saber decir lo que pensamos y sentimos, sin herir al otro, pero con sinceridad.
En MARE aprendemos a cuidar nuestros amigos y amigas. Intentamos crecer con las palabras positivas, dándonos ánimos a nosotros mismos y buscamos ser mejores cambiando pequeñas cosas en nuestro interior. De esta manera, cada día lo podemos vivir cultivando nuestro sol interior para iluminar nuestro camino y el de los demás.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Cuentos tradicionales de Japón- Momotaro

Momotaro (El Niño del Melocotón)



Erase una vez un abuelo y una abuela que vivían en un lejano lugar.
El abuelo solía ir a la montaña para podar, mientras la abuela iba ir al río para lavar.
Un día cuando la abuela fue al río, de pronto un melocotón grande fluyó.
La abuela recogió al melocotón grande y lo llevó a casa.

Cuando trataron de cortar el melocotón para comérselo, de pronto un niño alegre saltó del melocotón.
“Esto seguramente es un regalo de Dios” pensaron los abuelitos que, como no tenían niños, se alegraron muchísimo y lo llamaron “Momotaro”.
Momotaro creció rápido y sano y pronto se hizo un muchacho fuerte.
Un día Momotaro dijo a los abuelitos:

_ “Voy a ir a la Isla de los Ogros y los exterminaré.”
La abuela le hizo unos dulces para el camino y él se marchó para la isla.
En medio del camino, se encontró con un perro:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_“Voy a la isla de los ogros para exterminarlos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces te acompañaré”-el perro le sugirió. Al conseguir el dulce, se marcharon juntos.
Luego se encontró con un mono:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_ “Voy a la isla de los ogros para matarlos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces os acompañaré”-el mono le dijo y, al recibir el dulce, se marcharon juntos.
Más adelante se encontraron con un faisán:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_ “Voy a la isla de los ogros para acabar con ellos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces os acompañaré”_ el faisán le dijo y otra vez, al conseguir el dulce se marcharon todos juntos.
Así, Momotaro fue acompañado por el perro, el mono y el faisán hasta la Isla de los Ogros.

En la isla, los ogros se banqueteaban y tenían una gran juerga con los tesoros robados de los pueblos cercanos.

_“¡Vamos al ataque, todos en sus puestos!"-gritó Momotaro.

El perro mordía las nalgas de los ogros; el mono rasguñaba; el faisán con su pico pinchaba los ojos de los ogros mientras, Momotaro blandeaba la espada.

Por fin, el jefe de los ogros se rindió y pidió disculpa por todo lo malo que habían hecho.

Momotaro, el perro, el mono y el faisán encontraron el tesoro y lo llevaron a casa de los abuelos.

El abuelo y la abuela se alegraron al ver a Momotaro sano y salvo. Y vivieron los tres muy felices.
Traducido por Diana Arie.
(de Osaka, Japón; en Salamanca, 2015)