miércoles, 1 de febrero de 2017

Cuentos tradicionales de Japón- Momotaro

Momotaro (El Niño del Melocotón)



Erase una vez un abuelo y una abuela que vivían en un lejano lugar.
El abuelo solía ir a la montaña para podar, mientras la abuela iba ir al río para lavar.
Un día cuando la abuela fue al río, de pronto un melocotón grande fluyó.
La abuela recogió al melocotón grande y lo llevó a casa.

Cuando trataron de cortar el melocotón para comérselo, de pronto un niño alegre saltó del melocotón.
“Esto seguramente es un regalo de Dios” pensaron los abuelitos que, como no tenían niños, se alegraron muchísimo y lo llamaron “Momotaro”.
Momotaro creció rápido y sano y pronto se hizo un muchacho fuerte.
Un día Momotaro dijo a los abuelitos:

_ “Voy a ir a la Isla de los Ogros y los exterminaré.”
La abuela le hizo unos dulces para el camino y él se marchó para la isla.
En medio del camino, se encontró con un perro:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_“Voy a la isla de los ogros para exterminarlos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces te acompañaré”-el perro le sugirió. Al conseguir el dulce, se marcharon juntos.
Luego se encontró con un mono:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_ “Voy a la isla de los ogros para matarlos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces os acompañaré”-el mono le dijo y, al recibir el dulce, se marcharon juntos.
Más adelante se encontraron con un faisán:

_“Momotaro, ¿adonde va usted?”

_ “Voy a la isla de los ogros para acabar con ellos”.

_“Si me das un dulce que llevas, entonces os acompañaré”_ el faisán le dijo y otra vez, al conseguir el dulce se marcharon todos juntos.
Así, Momotaro fue acompañado por el perro, el mono y el faisán hasta la Isla de los Ogros.

En la isla, los ogros se banqueteaban y tenían una gran juerga con los tesoros robados de los pueblos cercanos.

_“¡Vamos al ataque, todos en sus puestos!"-gritó Momotaro.

El perro mordía las nalgas de los ogros; el mono rasguñaba; el faisán con su pico pinchaba los ojos de los ogros mientras, Momotaro blandeaba la espada.

Por fin, el jefe de los ogros se rindió y pidió disculpa por todo lo malo que habían hecho.

Momotaro, el perro, el mono y el faisán encontraron el tesoro y lo llevaron a casa de los abuelos.

El abuelo y la abuela se alegraron al ver a Momotaro sano y salvo. Y vivieron los tres muy felices.
Traducido por Diana Arie.
(de Osaka, Japón; en Salamanca, 2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por colaborar con tu aportación.
Los comentarios nos hacen crecer y mejorar.